El estudio de la capacidad física o del trabajo en relación con el sexo es función de la fisiología humana y de la antropología física.
Por lo general, la capacidad física de un sujeto va a depender de una serie de elementos que son los que determinan las aptitudes del individuo para practicar un determinado deporte.
La capacidad física se puede expresar en términos de potencia, fundamentalmente aerobia y anaerobia, y también considerando por otra parte valores como la fuerza, coordinación, resistencia etc.
La aptitud subjetiva del individuo para soportar el esfuerzo producto de la actividad atlética va a ser determinante a la hora de adquirir lo que consideramos como capacidad física, algo que está relacionado con ciertas variables, como pueden ser: sexo, edad, raza, etc.
LA CAPACIDAD FISICA EN LA MUJER
En primer lugar, el esqueleto de la mujer presenta unas ciertas diferencias respecto al del hombre:
- Lordosis lumbar más acentuada. - Estructura particular de la pelvis (zona de la cadera). - Aparato capsuloligamentoso más relajado. - Otras.
Estas características particulares van a intervenir de manera determinante en la posición antigravitatoria, haciendo que la mujer no pueda desarrollar tanta potencia como el hombre.
Otra característica importante lo va a ser la composición corporal, algo inherente y decisorio para la capacidad de trabajo. La mujer posee, como término medio, de un 20 a un 30 por 100 de grasa caporal, mientras que el hombre sólo tiene, por lo general, de un 10 a un 20 por 100. Sin embargo, este factor va a aproximar a la mujer en las marcas del deporte de la natación a las que afecta el hombre (se debe al aumento de la flotabilidad que proporciona el porcentaje elevado de grasa).
La fuerza muscular es también inferior en la mujer con respecto a la del hombre. El porcentaje promedio es menor en un 25 a un 30 por 100 algo que, no obstante, disminuye o aumenta en función de los distintos grupos musculares. La parte superior -brazos, hombros y torso- presenta la máxima diferencia, mientras que las piernas y los glúteos son prácticamente tan fuertes como los de los hombres a igualdad de tamaño muscular.
La masa muscular del hombre medio corresponde al 40 ó 41 por 100 de su peso corporal, siendo del 34 por 100 en el caso de la mujer. Existen teorías que aseguran que el mayor desarrollo muscular del hombre se debe a millares de años de actividad y trabajos físicos, ya que a nivel celular la composición celular es idéntica. Esto parece demostrarse por el hecho de que los valores absolutos de fuerza son similares en ambos sexos durante la infancia.
En lo que se refiere a la resistencia en un trabajo o actividad prolongados, la mujer presenta un volumen de absorción y consumo de oxigeno menor que el hombre, debido a una eficacia inferior del aparato respiratorio motivada por:
El aparato cardiovascular tiene en el sexo femenino un corazón inferior en un 10 a un 20 por 100 al del sexo masculino, lo que incide en una mayor frecuencia cardíaca durante los períodos de trabajo físico. También el volumen de sangre es inferior con respecto al del hombre, lo mismo que la analítica sanguínea.
Cuando llegamos al asunto del entrenamiento físico se produce una adaptación del sistema endocrino, dando como resultado en la mujer hormonas de naturaleza andrógena que provienen de las glándulas suprarrenales. Esto interviene para igualar las capacidades de ambos sexos, ya que la producción inferior en la mujer de la hormona masculina hace que sus rendimientos físicos sean más bajos que los del hombre.
Finalmente, indicaremos que se debe tener en consideración la influencia del ciclo menstrual sobre la capacidad física de la mujer. Durante este período se observa una tensión general que ocasiona un rendimiento bajo, produciéndose una disminución de la agudeza visual, exceso de peso, menor capacidad de concentración, etc.
Algunos autores consideran que, a pesar de lo que hemos dicho, no existe una relación muy significativa entre las fases del ciclo menstrual y el rendimiento deportivo femenino.