En nuestra dieta diaria requerimos cierta cantidad de minerales con el fin de mantenernos sanos y/o ser capaces de efectuar actividades que impliquen un gasto considerable de energía durante determinados períodos de tiempo.
Las necesidades de minerales son variables de acuerdo con la edad, el sexo, el peso corporal o el tipo de actividad practicada. No obstante, al igual que con las vitaminas, su necesidad aumenta en períodos de crecimiento, embarazo o enfermedad (particularmente el hierro en la mujer).
Los minerales importantes en la dieta -últimamente se han incorporado varios a los que hasta ahora no se les había hecho demasiado caso o que eran poco conocidos- son muchos. En general, todos hemos oído hablar del calcio, el hierro o el fósforo, pero en realidad hay bastantes más. Aquí trataremos los siguientes: azufre, calcio, cloro y sodio, cobalto, cobre, cromo, flúor, fósforo, hierro, magnesio, manganeso, molibdeno, níquel, potasio, selenio, silicona, vanadio, yodo y zinc.
Azufre: Se encuentra en los huevos -uno de los alimentos más completos en cuanto se refiere al aporte vitamínico y mineral-, ajos, cebollas, patata y demás productos que se cultivan bajo las tierras que contengan un porcentaje suficiente de este mineral. Las dietas con un elevado contenido proteico proporcionan la cantidad de azufre necesaria para suplir las necesidades humanas.
Calcio: Quizá el mineral más conocido por todos.
El calcio forma una parte considerable de nuestro esqueleto -fosfato cálcico- y constituye un 2 por 100 de la totalidad del peso humano. También tiene importantes funciones en los sistemas nerviosos y cardiovascular. En general, los huesos, que son el armazón del cuerpo humano, empiezan a perder calcio cuando nos hacemos mayores, sobre todo si dejamos de hacer ejercicio. La osteoporosis -debilitamiento de los huesos- ataca mayormente a personas sedentarias y se ceba en las mujeres de más de veinticinco años, que deben hacer ejercicio, trabajos físicos o tomar suplementos de calcio, porque su pérdida puede contrarrestarse con los entrenamientos con pesas. El calcio, al igual que el resto de los minerales, no debe tomarse sólo porque podría traer una variedad de efectos tóxicos. El exceso de calcio puede dar como resultado una hipercalcemia, que se traduce en reblandecimiento de los huesos. Las fuentes más importantes de calcio se encuentran en la leche -también uno de los alimentos más completos-, el queso y los diversos productos lácteos.
Cloro y sodio: El sodio y el cloro aparecen con frecuencia en nuestra comida ya que, por lo general, consumimos un exceso de sal -en ocasiones, diez veces más de lo necesario- debido sobre todo a los alimentos enlatados y procesados.
Por eso es casi imposible que se presente una deficiencia de sodio o de cloro en nuestra dieta. Tomar suplementos de sodio o cloro, excepto en casos de deshidratación u otros muy especiales, sería poner en peligro nuestra salud. A pesar de que los necesitamos a diario en grandes cantidades, ya tomamos más que suficiente, incluso en el agua de nuestras ciudades.