Lee fue en seguida al colegio, y al llegar a la escuela secundaria experimentó un gran deseo de practicar deportes. Jugó en los equipos de su escuela, pero pronto le empezaron a gustar mucho las pesas. A los catorce años ya era un chico muy fuerte, y al ver el tipo de desarrollo que ya evidenciaba, sus profesores de educación física le dijeron que debía de presentarse a competiciones de culturismo. A los dieciséis años ganó los campeonatos para adolescentes de su estado. Lee daba la impresión de que despuntaba, aunque, sin embargo, había muchos más iguales que él y el panorama de la alta competición quedaba aún lejos. "Conseguiré ser el mejor culturista del mundo", aseguró Lee a sus conocidos, y lo dijo con tanta convicción que nadie se rió de él.


