Un individuo que padece de trastornos de la personalidad es incapaz de efectuar levantamientos con cargas submaximales, que exigen una concentración grande y una fuerte descarga de adrenalina. Deberá comenzar con movimientos aeróbicos tales como carrera a ritmo medio, bicicleta o actividades de calistenia, acompañado de otras personas o bajo la vigilancia de un instructor, preferentemente especializado en el tema. Más tarde, y cuando se encuentre ya adaptado a la nueva situación, puede pasar a efectuar ejercicios en circuito -un conjunto de series realizadas con muy poco o ningún descanso entre ellas- utilizando cargas del 50 al 60 por 100 de su máxima capacidad de alzada y con repeticiones que no le supongan agotarse en cada una de las series aunque sí empezar a cansarse ligeramente. Al final puede terminar practicando los sistemas más comunes de musculación o apuntándose a la práctica habitual de algún deporte siempre, que, al principio, se encuentre arropado por un equipo o grupo de personas que no le pongan demasiadas dificultades de adaptación.
